Y a todos les produjo risa porque nadie sabía qué era un pichiciego.
Antes de pasar a otra cosa, quise continuar con un poco más de Rodolfo Fogwill y sus Pichiciegos.
A continuación lo que elegí. ¡ Que les guste y se conmuevan con la analogía!
Hacia las páginas 26-27 (estoy trabajando con una edición de Interzona del 2006), Fogwill hace que el santiagueño nos cuente qué es un pichiciego:
"Los pichis": fue una mañana de bombardeo. Estaban en la entrada y nadie se animaba a bajar, porque la tierra trepidaba con cada bomba o cohete que caía contra la pista, a más de diez kilómetros de allí. El bombardeo seguido asusta: hay ruido y vibraciones de ruido que corren por la piedra, bajo la tierra, y hasta de lejos hacen vibrar a cualquiera y asustan. Algunos se vuelven locos.
Fumaban, quietos.
Tenían hambre. Con toda la comida amontonada abajo, igual se lo aguantaban.
-¡ Qué hambre ! -dijo uno.
-¡ Con qué ganas me comería un pichiciego ! -dijo el santiagueño.
Y a todos les produjo risa porque nadie sabía qué era un pichiciego.
-¿Qué...? ¿Nunca comieron pichiciegos...? -averiguaba el santiagueño-.
Había porteños, formoseños, bahienses, sanjuaninos: nadie había oído hablar del pichiciego. El santiagueño les contó:
-El pichi es un bicho que vive abajo de la tierra. Hace cuevas. Tiene cáscara dura -una caparazón- y no ve. Anda de noche. Vos lo agarrás, lo das vuelta, y nunca sabe enderezarse, se queda pataleando panza arriba. ¡ Es rico, más rico que la vizcacha !
-¿Cómo es de grande?
-Así -dijo el santiagueño, pero nadie veía. Debió explicar-: como una vizcacha, hay más chicos, hay más grandes.
A los lectores argentinos, los gentilicios leídos seguramente nos llevan de un extremo al otro del país sin ninguna dificultad.
Para mis alumnos extranjeros, va esta ayuda:
santiagueño, formoseño, sanjuanino > persona originaria de las provincias argentinas de Santiago del Estero, Formosa y San Juan
porteño, bahiense > de la ciudades argentinas de Buenos Aires y Bahía Blanca.
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